A continuación os expondré mi adaptación del cuento "Toda clases de pieles" que contó Irune en unas de sus clases. Esta adaptación la hizo Irune de los hermanos Greem.
PIEL ROJA
Érase una vez, en el lejano Oeste, a lo lejos del poblado Americano y entre las lejanas montañas, vivía una tribu India, los Apaches. En esta Tribu existía el jefe, al que todos respetaban, y tenía su esposa y su hija pequeña. Su hija pequeña, era muy respetada por ser hija del jefe. Era una níña simpática, alegre y feliz, pero el don de la belleza no era su punto fuerte, era tan fea que la tenían que llevar siempre tapada con una manta roja y marrón, para que la gente no viese lo horrorosa que era.
El jefe de la tribu y su esposa se preocuparon mucho en ver que la niña no era muy "agraciada" y corría el riesgo de que por ser tan fea ningún apuesto indio quisiera casarse con ella.
La gente de la tribu comenzó a comentar y a hablar que los Espíritus de las montañas y de sus antepasados habían castigado al jefe y a su esposa con el desastre de su hija.
El jefe de la tribu cansado, preocupado y humillado, se fue a hablar con el indio más sabio y más anciano de la tribu, y este le preguntó:
- ¡Oh! sabio que hago con este castigo que me han mandado los espiritus de la montaña!. Es mi hija y la quiero mucho, pero mi mujer no me dá más descendientes, y la belleza de mi hija es una deshonra, nadie se querrá casar con ella.- Dijo el jefe preocupado.
El sabio, que estaba meditando, dijo:
-Me temo que esto que os ha pasado, tu hija y que tu mujer no te de descendientes es un castigo de los espíritus. La única solución que veo es que la abandones a su suerte o la mates como sacrificio para ellos.Este castigo te lo han mandado porque tu siempre te has negado a hacer sacrificios mortales a los espíritus, y con esto te han castigado.
-¡Cómo voy a hacer eso,es mi hija, no sería capaz de matarla!
-Si no lo haces condenarás a tu tribu haciendo que los espíritus de las montañas se enfaden y nos condenen a la extinción.
El jefe se fue a hablar muy triste con su esposa. Los dos llorando decidieron matarla pero de una manera rápida, e intentarían que no fuese doloroso. La niña escondida, lo escuchó todo, y asustada decidió coger la manta marrón y roja, con la que siempre la tapaban y se escapó en el silencio de la noche.
Al día siguiente, los padres vieron que la niña se había escapado, y por una parte se quedaron tristes porque no se habían despedido de ella, pero por otra, se aliviaron el no tenerla que matar. El jefe y la esposa pensaron que lo más seguro es que no sobreviviese en el desierto sóla con tan sólo once años, y les contaron a los demás que la hija del jefe había muerto.
Por otro lado Ela, efectivamente por casi muere de hambre, sed y a punto de ser comida por otros animales. Hasta que de repente apareció un jóven y apuesto indio en un caballo. De repente vió a la niña desmallada en el suelo, la montó en el caballo y se la llevó lejos de allí.
Este indio vivía en la otra tribu que vivía muy lejos de la suya. Al llegar al poblado indio, éste entregó la niña a una curandera que había en la tribu.
La niña al despertar, se vió en un sitio extraño pero notaba que se encontraba perfectamente. La curandera le explicó todo, hasta que de repente el apuesto indio apareció y él se presento:
-¡Soy el hijo del gran jefe!y ¿tú? ¿de qué tribu vienes?
-Soy Ela, y no me acuerdo de dónde vengo.- Ela sí se acordaba, pero la daba miedo el que su tribu no estuviese en son de paz con la suya, y sobre todo, no quería volver porque sabía que la matarían.
Ela y el jóven indio se hicieron muy amigos, a él no le importaba el físico, el veía la gran belleza interior que ella poseía.
El tiempo fue pasando y la niña se fue convirtiendo en toda una mujer. Ela cumplió 18 años, y esa escasez de belleza ahora era todo lo contrario, se había convertido en una preciosa india, con el cabello largo y negro, una piel canela muy suave y unos ojos negros que imnotizaban a cualquiera que se pusiese en su camino. La fealdad que tenía cuando era pequeña había desaparecido. Ahora era preciosa.
El jóven indio también se hizo mayor, y el Gran jefe le dijo que tenía que desposarse con una chica del poblado. Él estaba muy enamorado de Ela pero su padre no le dejó porque ella no era hija de ningún jefe, por lo tanto no se podían casar.
Ela como también estaba muy enamorada del príncipe, le dijo la verdad, de dónde era, el por qué se había escapado. El se puso contento porque al ser ella hija de un jefe de tribu si se podían casar.
Los dos hablaron con el Gran Jefe, y este estaba de acuerdo con la boda siempre y cuando se conociesen los dos jefes de las tribus.
Ela preocupada dijo:
-Eso significa que tenemos que ir, ¿y si me matan?
-Eso no lo permitiria.- Dijo el hijo del jefe.
A la mañana siguiente se puesieron en marcha hacia el poblado de Ela.
La tribu de Ela asustada vieron aparecer otro grupo de indios acercarse, el padre de Ela y su esposa se pusieron delante para recibirlos.
Cuando se acercaron, el gran jefe y padre del jóven dijo:
-Venimos en son de paz, para desposar a mi hijo con tu hija.
El padre de Ela, triste dijo que eso era imposible porque su hija murío hace muchos años. Hasta que una voz suave y femenina dijo:
-¡Eso es mentira! papá soy Ela y estoy viva, y para que me creas esta es la manta con la que me tapabas para que no viesen lo fea que era.-
De repente todo el mundo se quedó en silencio.
-Vengo porque amo a este hombre y me quiero casar con él y quiero tu consentimiento.
Los padres avergonzados le pidieron perdón a su hija por todo el daño que la habían causado, y para recompensarla la dieron en mano de matrimonio con el jóven indio al que ella amaba. Las dos tribus se juntaron y fueron aún más poderosas.
Y...colorín colorado...este cuento se ha acabado.
Bien, aunque lo de sacrificar a la chica es poco... infantil...
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